“El Druida” es uno de los rincones con más magia de la finca Marañones.
El nombre hace referencia a un pino muy grande y antiguo que se encuentra rodeado de encinas, las cuales se aglomeran a su alrededor como un grupo de alumnos entorno a su maestro. Es un árbol que sabe de la vida, del sufrimiento, tiene una herida en un lateral, a través de la cual podemos ver su interior. A pesar de ello, sigue vivo, persiste.
Dispone de unas raíces fuertes, en la que podemos ver, sobresaliendo de la tierra, incluso piedras incrustadas. Se ha sabido adaptar y mimetizar con el medio en el que se encuentra, ha aprendido a convivir con el resto de elementos.
Nosotros colocamos frente al pino 7 piedras de granito porque quisimos crear un lugar donde escuchar y sentir la naturaleza; donde reflexionar y aprender de ella. Podemos acudir solos, o disfrutar con más gente, pero siempre conviviendo, como nos ha enseñado este gran druida a hacerlo.
Peña Caballera es otro de los espacios únicos de nuestra finca, que, además, da nombre a una zona concreta de la finca, a una parcela y al vino que obtenemos de ella.
Es una piedra enorme y ancestral, con miles y miles de años de geología, colocada por la naturaleza ubicada sobre otra roca. La inferior es notablemente más pequeña, por lo que la mayor crea un espacio de refugio en mitad de la finca.
Está rodeado de vegetación: robles, cornicabras, chaparras, encinas…. Que convierten a este mágico espacio en un rincón sombrío y fresco.
Debajo de esta roca catamos nuestros vinos. No hay nada mejor para sentir todo lo que el vino transmite, que sentarnos en plena naturaleza y saber que estamos protegidos por ella.
Otro de los lugares que nos encanta de Marañones es el ‘Mirador de estrellas’. Está localizado en la zona más alta de la finca, una zona despejada en la que tumbarse y disfrutar del manto estrellado que cubre Gredos.
Las líneas de un simple cubo metálico ayudan a encuadrar la mirada, a focalizar la atención y a poner más interés en lo que se está observando. Pero al estar abierto, no elimina el resto del cielo, sino que el encuadre ofrece la contemplación de una zona aislada, que forma parte de un todo. Como nosotros, que somos algo mínimo, pero formamos parte del todo de la vida.
Desde estos parajes de San Martín de Valdeiglesias y a lo largo de la Sierra de Gredos se extiende hasta Portugal el territorio de los antiguos Vetones, una cultura prerromana. Como en otras culturas, el elemento arquitectónico más importante eran los castros, que a veces formaban parte de un conjunto de edificaciones – las más comunes- y a veces estaban aislados, pero siempre estaban ubicados en algún promontorio.
En las tareas de rescate que llevamos a cabo en Marañones nos dimos cuenta de que en una zona en alto, umbría, en mitad de las viñas y resguardado por encinas, había dispuestas unas piedras en forma circular. Después de limpiarlas aparecieron unos restos que, por sus características, no parecía que formasen parte de un castro vetón, pero si una edificación de la época. Decidimos bautizarlo así en homenaje a los antiguos pobladores de estas tierras. No tenemos la certeza, pero decidimos bautizarlo así en homenaje a los antiguos pobladores de estas tierras.
Es el lugar más alto de toda la finca y desde donde se divisa todo el entorno: la Peña de Cadalso, Cenicientos, el pueblo de San Martín de Valdeiglesias, el de Cebreros, el comienzo del Valle del Tiétar, el cerro de Guisando… Lo curioso de esta formación es que en la parte superior de una de estas rocas hay unas hendiduras en el suelo, aparte de unas extrañas oquedades, en forma circular, con una apertura en uno de los laterales (una especie de C cerrada).
Estas aperturas o especie de canales nos hacen intuir que podrían ser por dónde escurría la sangre de los animales tras sacrificarlos y ofrecérselos a los dioses. Hace muchos años recibimos a una antropóloga quien nos explicó que, en un sitio como éste, lo normal es que las antiguas civilizaciones hiciesen algún tipo de ritual. Sea cierto o no, conecta con el resto de elementos que tenemos en la finca y el espacio es espectacular ya que, además, a través de un pequeño bosque de chaparras conecta directamente con Peña Caballera.
La intención inicial fue tapar un agujero natural, pero hay un corte vertical de roca viva de unos 3m. que permite ver la morfología del suelo, por lo que preferimos ser fieles a dicha formación. Sin embargo, decidimos completar el semicírculo con asientos de granito de la cantera de Cadalso.
Son piezas rotas, irregulares, cada una con sus llagas, con agujeros. Porque la naturaleza es desigual.
El espacio es espectacular. Las viñas quedan por encima de los espectadores, se ve la estructura del suelo y cómo están asentadas las cepas. Ayuda a conectar con la viña, su estructura, sus características y el entorno.